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Infinidad Divina

November 10, 2023

Dios puede ser descrito por sus atributos: las propiedades que él posee. Algunos se denominan atributos incomunicables, es decir, atributos que él no comparte con sus criaturas.

Uno de sus atributos incomunicables es su "Infinidad".

Podemos pensar en la infinidad de Dios de tres maneras.

Perfección Absoluta

Primero, Dios es infinito con relación a sí mismo. Los teólogos llaman a esto su perfección absoluta:

“Todo lo que Dios tiene, él es y
todo lo que Dios es, él es ad infinitum—hasta el extremo”.

Él posee amor, gracia, soberanía y todos sus atributos, no en gran parte, ni en su mayoría, ni parcialmente, sino en infinita medida. Su grandeza es inescrutable, nos dice el salmista. Su poder y su perfección no conocen límites. Dios hace lo que quiere. Nadie puede frustrar sus planes ni sus propósitos.

“Oh Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos?
¿Y no gobiernas tú sobre todos los reinos de las naciones?
En tu mano hay poder y fortaleza y no hay quien pueda resistirte.”

Isaías 40 nos dice que “las naciones son como una gota en un cubo.”

El Salmo 115 dice que “nuestro Dios está en los cielos; él hace lo que le place.”

Eternidad

Segundo, Dios es infinito con relación al tiempo. Los teólogos llaman a esto la eternidad de Dios. Dios no tiene principio ni fin. Es inmortal, invisible, el único Dios sabio.

“Es desde la eternidad y hasta la eternidad”—nos dice el Salmo 90.

Por tanto, Dios no tiene “tiempo” como nosotros entendemos el tiempo. Cuando hablamos de que Dios existe fuera del tiempo, no queremos pensar en un universo paralelo que no tiene relojes. Más bien, queremos decir que Dios no tiene un “antes” o un “después” como nosotros. Nunca hubo un instante en el que Dios no existiera. Dios siempre ha sido Dios y siempre ha estado y, por tanto, no experimenta el tiempo de la manera que nosotros lo hacemos.

“Tiempo” y “Eternidad” son dos formas diferentes de experimentar “Duración”. Tanto Dios como sus criaturas tienen duración. Pero la duración de Dios es eterna, es decir, no es sucesiva. No hay un desarrollo. En Dios, no hay un "antes” y un “después" como lo conocemos.

Así pues, la eternidad no es tanto una propiedad de Dios como una propiedad de lo que consideramos "tiempo", pero que, de manera más precisa, llamamos “duración”.

Los teólogos han querido mantener esta distinción entre el Creador y la criatura. Y asegurarse de que no concebimos a Dios como si tuviera algún tipo de mutación o aprendiera algo 'momento a momento'. Queremos salvaguardar que no hay devenir en Dios. Él es puro ser.

Inmensidad

Tercero, Dios es infinito con relación al espacio. Los teólogos llaman a esto la inmensidad de Dios. No está limitado en modo alguno por la fisicalidad o ubicación geográfica.

Piensa en el discurso de Pablo en Hechos 17:

“El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay,
puesto que es Señor del cielo y de la tierra,
no mora en templos hechos por manos de hombres”

También, en Jeremías 23:

“¿Soy yo un Dios de cerca —declara el Señor—
y no un Dios de lejos?
¿Podrá alguno esconderse en escondites
de modo que yo no lo vea? —declara el Señor.
¿No lleno yo los cielos y la tierra?”

“He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener.” (1 Reyes 8)

La inmensidad es, pues, el atributo de la trascendencia de Dios. Él está más allá de todo espacio y de toda fisicalidad. No hay ningún lugar donde Dios no esté, y él no puede ser limitado por nada: no por alguna imperfección, ni por el tiempo, ni por el espacio. Dios no tiene fin, es ilimitado, e inagotable.

La buena noticia es que nosotros, que somos finitos, tenemos el increíble privilegio de conocer y adorar a este Dios infinito.

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